Stefan Drews, Universitat Autònoma de Barcelona

Las personas aprenden sobre el cambio climático a través de la educación formal, pero también observando y experimentando su entorno. Sin embargo, hay una notoria confusión pública sobre el tiempo meteorológico y el cambio climático.

El tiempo es lo que se puede observar meteorológicamente en el transcurso de unos pocos días, mientras que el cambio climático es el promedio del tiempo durante años. La ciencia climática hace cada vez más posible y seguro atribuir un evento meteorológico (por ejemplo, una ola de calor) al cambio climático.

Entonces, ¿cómo perciben el cambio climático las personas tras vivir anomalías meteorológicas? ¿Se preocupan más? ¿Aumentan su apoyo a las políticas climáticas como un impuesto al carbono después de experimentar anomalías leves o extremas en el tiempo?

Las respuestas a estas preguntas no son tan sencillas como se podría pensar. Una revisión reciente de la literatura resume 73 estudios que involucraron a miles de personas en varios países.

En resumen, el análisis demuestra una evidencia moderada de que las anomalías en la temperatura aumentan ciertas opiniones sobre el cambio climático, como la creencia en su existencia, las percepciones de riesgo o el apoyo de políticas. La evidencia es menos clara cuando se trata de otros episodios (por ejemplo, sequías).

Experiencias objetivas y subjetivas

Los estudios revisados se podrían dividir en dos tipos:

  • Los que relacionan datos subjetivos con datos objetivos. En el caso que nos ocupa, vinculan los resultados de encuestas realizadas a personas expuestas a las anomalías del tiempo (datos subjetivos) con los datos meteorológicos (datos objetivos). Por ejemplo, un estudio en los EE. UU. mide en qué medida las personas encuestadas están influidas por temperaturas anormales en sus regiones en los días previos a responder a una encuesta. Cuando la temperatura era más alta o baja de lo normal, más personas creían en la existencia del cambio climático.

  • Los que solo trabajan con datos subjetivos. Este tipo de estudios vincula las opiniones sobre el cambio climático con percepciones o experiencias de tiempo anormal o eventos extremos (datos subjetivos). Por ejemplo, un estudio realizado en 119 países muestra que cuanto más perciben las personas el aumento local de la temperatura, independientemente de los datos objetivos, más consideran el cambio climático como un riesgo.

El problema con estos últimos estudios es que no se puede establecer la causalidad: es posible que una persona ya esté preocupada por el cambio climático y, por lo tanto, perciba un calentamiento local más fuerte.

La buena noticia es que algunas investigaciones sugieren que las personas pueden recordar con precisión el tiempo que hizo con anterioridad, particularmente de eventos extremos.

Conexión entre meteorología y cambio climático

Un evento extremo genera más preocupación y discusiones sobre el cambio climático cuando las personas han vinculado este fenómeno global con mayor certeza al cambio climático.

Un estudio sugiere que la atribución de eventos extremos al cambio climático es una condición necesaria para que las experiencias extremas se traduzcan en respuestas de mitigación del cambio climático.

Por ejemplo, las personas que vivieron las graves inundaciones de invierno en el Reino Unido en 2013-2014 percibieron una mayor amenaza por el cambio climático, pero solo cuando creyeron que estaban relacionados. Esto nuevamente apunta a la idea de que las personas racionalizan los eventos del mundo con base a sus creencias anteriores.

La importancia de creer en la atribución también sugiere que, por ejemplo, al explicar el vínculo entre las anomalías del tiempo y el cambio climático por parte de meteorólogas y meteorólogos en televisión puede contribuir a la educación climática.

La influencia de las opiniones políticas

Algunos estudios sugieren que la ideología política explica mejor las opiniones sobre el cambio climático que el hecho de haber tenido exposición a un evento extremo.

Si se combinan ambos factores, se puede comprobar que experimentar eventos como incendios forestales hace que las personas con opiniones políticas de izquierdas refuercen su opinión proclima más que las de derecha. Esto es consistente con la idea de que la forma en que una persona interpreta los eventos depende de las creencias y visiones del mundo preexistentes.

Sin embargo, otra investigación muestra que los ciudadanos de derechas son más propensos a apoyar la política climática cuando personalmente han experimentado daños por eventos como tornados o incendios forestales.

¿Nos adaptamos a la nueva normalidad climática?

Ante una acción climática generalmente insuficiente, podría pensarse que necesitamos sentir los impactos para aumentar la motivación para actuar. Pero un nuevo estudio indica que nos adaptamos al clima extremo.

Se analizaron más de 2 000 millones de publicaciones en Twitter después de eventos extremos y se descubrió que entre dos y ocho años después, un fenómeno similar condujo a una cantidad significativamente menor de conversaciones en Twitter. Esto sugiere que las personas pueden aceptar rápidamente una nueva normalidad provocada por el cambio climático.

Los usuarios tuiteaban sobre calor o frío extremo, pero a medida que estas situaciones ocurrían con más frecuencia, los tuits sobre ellas disminuían. Podemos notar adaptaciones psicológicas similares en la crisis de COVID-19.

La próxima vez que hable sobre el tiempo, trate de verlo en el contexto del cambio climático. Las olas de calor son cada vez más frecuentes, pero podemos evitar que se conviertan en la nueva normalidad si tomamos medidas drásticas ahora.The Conversation

Stefan Drews, Postdoctoral researcher at the Institute of Environmental Science and Technology (ICTA), Universitat Autònoma de Barcelona

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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Solo nos acordamos del cambio climático cuando truena

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