El pasado viernes 8 de octubre ocurrió un evento de gran relevancia como no se había observado desde el 5 de junio de 1972 cuando se realizó la Conferencia Científica de las Naciones Unidas también conocida como la Primera Cumbre para la Tierra de donde emana la Declaración de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano. Este documento es la base del derecho ambiental y establece los principios para el aseguramiento del antiguo derecho a un ambiente sano y equilibrado.
En este documento se lee: “Los recursos naturales de la Tierra, incluidos el aire, el agua, la tierra, la flora y la fauna y especialmente muestras representativas de los ecosistemas naturales, deben preservarse en beneficio de las generaciones presentes y futuras mediante una cuidadosa planificación u ordenación, según convenga.”, lo que parece ser la primera definición formal internacional del desarrollo sostenible.
El derecho a un ambiente sano fue ratificado en la cumbre de Rio de Janeiro en 1992, y en una serie de acuerdos y acciones posteriores con muchos aciertos y fracasos que culminaron en la cumbre de Río de Janeiro del 2021, donde se firmó el acuerdo “El Futuro que queremos”. Aquí nació el concepto de la agenda 2030 y los objetivos del desarrollo sostenible que fueron ratificados y establecidos el 25 de septiembre del 2015.
Aunque ya hemos dicho que la agenda 2030 es perfectible, es por mucho la mejor herramienta que tenemos para avanzar de manera sinérgica, coligativa y colaborativa hacia la sostenibilidad, pero ha sido un común denominador la falta de interés o capacidad de los gobiernos y empresas.
El pasado 8 de octubre del 2021 la Asamblea General de la ONU en su 48° Periodo de sesiones reconoció el “derecho a un ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible”, declarándolo como algo fundamental para el disfrute de todos los derechos humanos, y aunque los derechos humanos no son ponderables hay algunos más importantes que otros para el aseguramiento de los demás derechos humanos, o de que sirve tener nuestros otros derechos asegurados si no tenemos un planeta donde vivir.
Por otro lado, impulsa promover un “ambiente sano”, o más bien saludable para el humano y no tanto para los ecosistemas o la salud planetaria, pero reconoce que un ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible es fundamental para asegurar la supervivencia y desarrollo de la humanidad.
Finalmente, aunque siempre he dicho que la carta de derechos humanos y la agenda 2030 son redacciones distintas de los mismos principios, se establece por primera vez a la agenda 2030 y sus objetivos del desarrollo sostenible como un derecho humano, por lo tanto, obligatorios, irrenunciables y jurídicamente vinculantes, esto si es una gran noticia. Estamos un poco más cerca de la sostenibilidad, pero debemos accionar de manera conjunta para poder asegurar nuestro derecho humano a la sostenibilidad, trabajar en RED POR EL FUTURO.