Esta semana pasada fue un ejemplo perfecto de lo que está ocurriendo en nuestro planeta, un desorden generalizado de los procesos atmosféricos que ocasionan climas totalmente contrastantes, lo llamamos cambio climático.
Por un lado, tenemos una Argentina sumidos en una de las peores olas de calor de las que se tiene registro, con temperaturas que alcanzaron los 52 grados centígrados y 40 grados centígrados a las 7 de la mañana. Esto es algo muy inusual para las temperaturas que generalmente se presentan en este país, pero de manera contrastante en el hemisferio norte, en Estados Unidos de América estaban sufriendo una de las peores tormentas invernales de las que se tiene registro.
Este clima tan contrastante es solo un reflejo del calentamiento global y la consecuente crisis climática a la que poco a poco nos hemos ido acostumbrando, aunque cada vez son mas perceptibles sus efectos. Es más fácil aprender a inundarse que cambiar nuestro estilo de vida al parecer.
Aunque en algunos lados escuchamos que la pandemia ha sido un respiro para el planeta la realidad es que no es así, las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmosfera no disminuyeron, incluso siguieron su tendencia a incrementarse, pero también empezamos una noticia que es muy preocupante, aunque a la comunidad científica no le extraño el resultado.
El 10 de enero se publicó el articulo “Otro récord: el calentamiento del océano continúa hasta 2021 a pesar de las condiciones de La Niña” y ahí nos reportan que desde el año 1950 a la fecha el 2021 es el año más caliente del que se tiene registro. Este aviso es una alarma muy importante por varios motivos.
En primer lugar, el agua es una molécula que tiene una gran capacidad calórica, es decir se necesita mucha energía para convertir el agua líquida en vapor. Esta capacidad del agua es una de las principales características de nuestro planeta para que pueda albergar la vida y es esencial en el mantenimiento de los ecosistemas, es por eso que los ecosistemas con agua disponible y superficial tienen poca variación en sus temperaturas, comparado con por ejemplo un desierto.
En comparación con el año pasado, el aumento de la temperatura comparado con el año pasado fue de 14 zeta Joules, esto es igual a 28 veces la energía que requerimos para mantener nuestras necesidades. Un zeta joule es igual a 240,000,000,000,000,000,000 calorías
Esto trae graves implicaciones para en planeta y esa energía debe ser liberada en algún momento, lo que puede significar fenómenos atmosféricos más violentos, disminución de la capacidad de los océanos para producir oxígeno y de capturar de CO2, solo para empezar.
Los mares absorben entre el 20 y el 30% del CO2 atmosférico, esto ocasiona su acidificación y disminuye su capacidad para fijar CO2. El estudio de los océanos es una prioridad durante esta década de las ciencias oceánicas para el desarrollo sostenible y lo que sí sabemos es que, si los océanos no están bien, el planeta va a resentir las consecuencias.
Publicado en: Nuestro planeta bipolar – Punto Medio