La Conferencia de las Partes número 26 que se realizó en Glasgow, Escocia era el evento por el clima más esperado en muchos años. Después de las sorpresas que el G7 nos presentó en el primer semestre del año, la entrada en vigor del acuerdo de Escazú en Latinoamérica y el Caribe, y el reconocimiento al derecho a un ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible por parte de la ONU el pasado 8 de octubre había llenado de esperanza a las juventudes e infancias activas, a la organización civil organizada, y a la sociedad científica y académica del mundo.

Fue una COP 26 llena de discursos que tenía como fundamento la crisis climática y que utilizando el informe 2021 del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) denotaban que nuestros representantes conocen del grave peligro al que nos enfrentamos, y que incluso fue fielmente representado por un dinosaurio en el hemiciclo que nos explica que vamos en camino a la extinción.

Toda esta expectativa fue rápidamente opacada por la poca fuerza de los compromisos y la ausencia de estrategias jurídicamente vinculantes, siendo nuevamente una serie de compromisos de buena voluntad que la historia nos ha enseñado que no tienen mucho impacto real.

Empezamos la cumbre con la noticia de ya no financiar proyectos de generación de energía con base carbón, que en si no era nada impactante ya que el G7 ya lo había decidido unos meses antes. Después nos anunciaron que se comenzaría una campaña para reforestar bosques y otros ecosistemas terrestres, pero con poca fuerza de compromiso.

Finalmente, la parte más decepcionante de esta COP 26, del dinero necesario para financiar a los países que menos tienen no se juntó ni la mitad y de los 100,000 millones prometidos para el 2020 se decide aplazar la revisión del fondo climático para el 2025, como si la crisis climática fuera prudente de esperar la respuesta de las partes, que han demostrado no estar tan interesadas.

El fracaso generalizado de la COP 26 se percibe desde la sociedad en defensa del clima perfectamente ilustrado por Tina Stege de las Islas Marshall y que dice así: “Para países como el mío, que deberán transformar el entorno físico en los próximos años para sobrevivir a los embates del cambio climático, este acuerdo es un paso extremadamente crítico que no nos podemos permitir perder».

En otro momento Mohamed Adow de Kenia dijo: «Pretenden que se reduzcan urgentemente las emisiones, pero continúan aumentando la producción de combustibles fósiles dentro de sus propias fronteras».

El panorama es decepcionante y hace falta accionar por el clima, es necesario dejar los discursos, los aplazamientos y los pretextos para otra crisis, la crisis climática ya no puede seguir siendo aplazada su respuesta y debemos trabajar. Si algo nos dejó clara la COP 26 es que la respuesta está en las personas, en su sociedad que, si queremos que las cosas cambien, siempre en red por el futuro.

Publicado en: El fracaso de Glasgow – Punto Medio

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El fracaso de Glasgow

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