- La tuberculosis (TB) es una de las diez causas principales de muerte en el mundo.
- En 2018 enfermaron de TB 10 millones de personas, de las cuales 1,5 millones fallecieron a causa de la enfermedad (entre ellas, 251 000 personas con VIH).
- La TB es la causa principal de muerte de personas VIH-positivas.
- Se calcula que en 2018 enfermaron de TB 1,1 millones de niños, de los cuales 251 000 fallecieron a causa la enfermedad (entre ellos, niños con TB asociada a VIH).
- La tuberculosis multirresistente sigue suponiendo una crisis de salud pública y una amenaza a la seguridad sanitaria. La OMS estima que hubo 484 000 nuevos casos con resistencia a la rifampicina (el fármaco de primera elección más eficaz), de los cuales un 78% con tuberculosis multirresistente.
- La incidencia de la TB en el mundo se reduce un 2% al año, aproximadamente. Esa cifra debería aumentar al 4-5% para poder alcanzar las metas de la Estrategia Fin a la TB para 2020.
- Se estima que entre 2000 y 2018 se salvaron 58 millones de vidas gracias al diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis.
- Poner fin a la epidemia de tuberculosis para 2030 es una de las metas relacionadas con la salud de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La tuberculosis es causada por una bacteria (Mycobacterium tuberculosis) que casi siempre afecta a los pulmones. Se trata de una afección curable y que se puede prevenir.
La infección se transmite de persona a persona a través del aire. Cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar tose, estornuda o escupe, expulsa bacilos tuberculosos al aire. Basta con que una persona inhale unos pocos bacilos para quedar infectada.
Se calcula que una cuarta parte de la población mundial tiene «tuberculosis latente», término aplicado a las personas infectadas por el bacilo pero que (aún) no han enfermado ni pueden transmitir la infección.
Las personas infectadas con el bacilo tuberculoso tienen un riesgo de enfermar de tuberculosis a lo largo de la vida de un 5-15%. Las personas inmunodeprimidas, por ejemplo las que padecen VIH, desnutrición o diabetes, y los consumidores de tabaco corren un riesgo muy superior de enfermar.
Cuando alguien desarrolla tuberculosis activa, los síntomas (tos, fiebre, sudores nocturnos, pérdida de peso, etc.) pueden ser leves durante muchos meses. Eso puede hacer que la persona afectada tarde en buscar atención médica, con el consiguiente riesgo de que la bacteria se transmita a otros sujetos. Una persona con tuberculosis activa puede infectar a lo largo de un año a entre 5 y 15 personas por contacto directo. Si no se proporciona un tratamiento adecuado, el 45% de las personas VIH-negativas con tuberculosis y la práctica totalidad de las personas con coinfección tuberculosis/VIH fallecen a causa de la enfermedad.
¿Quiénes presentan el mayor riesgo?
La tuberculosis afecta principalmente a los adultos en sus años más productivos. Ahora bien, todos los grupos de edad corren el riesgo de padecer la enfermedad. Más del 95% de los casos y de las muertes se producen en países en desarrollo.
Las personas infectadas por el VIH tienen 20 veces más probabilidades de desarrollar tuberculosis activa (véase el apartado «Tuberculosis y VIH»). Ese riesgo también es más elevado en las personas que padecen otros trastornos que dañan el sistema inmunitario. Las personas con desnutrición tienen 3 veces más probabilidades de desarrollar la enfermedad. De todos los nuevos casos de TB que se registraron en el mundo en 2018, 2,3 millones se atribuyeron a la desnutrición.
En 2018 enfermaron de tuberculosis 1,1 millones de niños (de 0 a 14 años), de los cuales 230 000 (incluidos los niños con tuberculosis asociada al VIH) fallecieron a causa de la enfermedad.
El abuso del alcohol y el tabaquismo multiplican el riesgo de desarrollar TB por 3,3 y 1,6, respectivamente. De los nuevos casos de TB que se produjeron en el mundo en 2018, 0,83 millones se atribuyeron al abuso del alcohol y 0,86 millones al tabaquismo.
Consecuencias de la TB en el mundo
La tuberculosis está presente en el mundo entero. En 2018, la cifra más elevada de nuevos casos de tuberculosis se registró en la región de Asia Sudoriental (44% de los nuevos casos), seguida por la Región de África (24%) y el Pacífico Occidental (18%).
Ese mismo año, el 87% de los nuevos casos de tuberculosis se registraron en los 30 países con alta carga de la enfermedad. Dos tercios de los nuevos casos de TB en el mundo se produjeron en ocho países: India, China, Indonesia, Filipinas, Pakistán, Nigeria, Bangladesh y Sudáfrica.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas comunes de la tuberculosis pulmonar activa son tos productiva (a veces con sangre en el esputo), dolores torácicos, debilidad, pérdida de peso, fiebre y sudores nocturnos. Para diagnosticar la tuberculosis, muchos países siguen dependiendo de la baciloscopia de esputo, una prueba que viene utilizándose desde hace mucho tiempo. Ese método consiste en el examen microscópico de muestras de esputo por técnicos de laboratorio para detectar la presencia de la bacteria de la tuberculosis. Ahora bien, la microscopía solo detecta la mitad de los casos de tuberculosis y es incapaz de determinar si hay farmacorresistencia.
El uso de la prueba rápida Xpert MTB/RIF® se ha ampliado considerablemente desde 2010, cuando la OMS recomendó su empleo por primera vez. La prueba detecta de forma simultánea la tuberculosis y la resistencia a la rifampicina, que constituye el fármaco más importante contra esta enfermedad. Ese método, que permite obtener un diagnóstico en el plazo de dos horas, está recomendado por la OMS como prueba de diagnóstico inicial en todas las personas con signos y síntomas de la tuberculosis.
El diagnóstico de la tuberculosis multirresistente y la tuberculosis ultrarresistente (véase el apartado «Tuberculosis multirresistente»), así como el de la tuberculosis asociada al VIH, puede ser complejo y caro. En 2016, la OMS recomendó cuatro nuevas pruebas diagnósticas: una prueba molecular rápida para la detección de la tuberculosis en centros de salud periféricos en los que no es posible emplear la prueba rápida Xpert MTB/RIF y tres pruebas para detectar la resistencia a fármacos antituberculosos de primera y segunda línea.
En los niños es particularmente difícil diagnosticar esta enfermedad.
Tratamiento
La tuberculosis es una enfermedad que se puede tratar y que tiene cura. La forma activa sensible a los antibióticos se trata con una combinación estándar de cuatro medicamentos antimicrobianos que se administra durante seis meses y que debe ir acompañada de las pertinentes tareas de información y atención del paciente a cargo de un agente sanitario o de un voluntario capacitado al efecto. Sin ese apoyo, el cumplimiento terapéutico puede ser difícil.
Según los cálculos realizados, entre 2000 y 2018 se salvaron 58 millones de vidas gracias al diagnóstico y tratamiento eficaz de la tuberculosis.
Tuberculosis y VIH
Las personas con VIH tienen 20 veces más probabilidades de desarrollar tuberculosis activa que las VIH-negativas.
La combinación de la infección por el VIH con la tuberculosis es letal, ya que la una acelera la evolución de la otra. En 2018 fallecieron unas 251 000 personas por tuberculosis asociada al VIH. Ese mismo año, se registraron unos 862 000 nuevos casos de tuberculosis en personas VIH-positivas, el 72% de ellos en África.
Para reducir esas muertes, la OMS recomienda un método de 12 componentes que prevé actividades de lucha conjunta contra la tuberculosis y el VIH basadas en la colaboración, en particular medidas de prevención y tratamiento de la infección y la enfermedad.
Tuberculosis multirresistente
Los medicamentos antituberculosos llevan décadas utilizándose y en todos los países estudiados se ha comprobado la existencia de cepas del bacilo que presentan resistencia a, al menos, uno de ellos. La farmacorresistencia surge debido a una mala utilización de los medicamentos antituberculosos, ya sea a través de su prescripción incorrecta por los dispensadores de atención de salud, o por la mala calidad de los medicamentos o la interrupción prematura del tratamiento por los pacientes.
La tuberculosis multirresistente (TB-MDR) es la causada por una cepa que no responde al tratamiento con isoniazida y rifampicina, los dos medicamentos antituberculosos de primera línea más eficaces de que se dispone. La forma multirresistente se puede tratar y curar con medicamentos de segunda línea. Ahora bien, las opciones de tratamiento de segunda línea son limitadas y requieren quimioterapia de larga duración (hasta dos años de tratamiento) con fármacos que además de caros son tóxicos.
En algunos casos, se pueden alcanzar grados aún más preocupantes de farmacorresistencia. La tuberculosis ultrarresistente (TB-XDR) es una forma más grave de tuberculosis multirresistente causada por bacterias que no responden a los medicamentos antituberculosos de segunda línea más eficaces, lo que deja a muchos pacientes sin otras opciones de tratamiento.
En 2018, la tuberculosis multirresistente siguió suponiendo una crisis de salud pública y una amenaza a la seguridad sanitaria. La OMS estima que ese año se produjeron 484 000 nuevos casos con resistencia a la rifampicina (el fármaco de primera elección más eficaz), de los cuales un 78% con tuberculosis multirresistente. La carga de tuberculosis multirresistente recae en buena parte sobre tres países: la India, China y la Federación de Rusia, que juntos suman casi la mitad de los casos registrados a nivel mundial. En 2018, aproximadamente un 6,2% de los casos multirresistentes presentaban tuberculosis ultrarresistente.
A nivel mundial, solo el 56% de los enfermos con tuberculosis multirresistente reciben actualmente un tratamiento eficaz. En 2016, la OMS aprobó el uso de un régimen normalizado de corta duración para enfermos con tuberculosis multirresistente en los que no se han detectado cepas resistentes a los fármacos antituberculosos de segunda línea. Ese régimen terapéutico, que varía entre los 9 y 12 meses, es mucho menos caro que los tratamientos convencionales contra la tuberculosis multirresistente que pueden durar hasta 2 años. Ahora bien, los pacientes con tuberculosis ultrarresistente o farmacorresistencia a los antituberculosos de segunda línea no pueden utilizar ese régimen y deberán seguir tratamientos más largos contra la tuberculosis multirresistente, a los que se podrán añadir uno de los nuevos fármacos (bedaquilina y delamanida).
En julio de 2018, un cuadro de expertos independientes convocado por la OMS examinó los últimos datos disponibles sobre el tratamiento de la tuberculosis multirresistente. La OMS ha emitido un comunicado rápido sobre los principales cambios en las recomendaciones para el tratamiento de la tuberculosis multirresistente, al que seguirá la publicación de unas directrices de política actualizadas y consolidadas.
La OMS también aprobó en 2016 una prueba de diagnóstico rápido para identificar cuanto antes a esos enfermos. Sesenta y dos países han comenzado a utilizar regímenes más cortos contra la tuberculosis multirresistente. En un esfuerzo por mejorar la eficacia de los regímenes terapéuticos contra esa forma de la enfermedad, a finales de 2018, 90 países informaron haber introducido la bedaquilina y 57 países la delamanida.
Compromisos mundiales y respuesta de la OMS
El 26 de septiembre de 2018, las Naciones Unidas celebraron su primera reunión de alto nivel sobre la TB para debatir sobre la situación de la epidemia de TB y sobre cómo acabar con ella a nivel de jefes de Estado y de Gobierno. Posteriormente, la OMS y el Gobierno de Rusia organizaron la primera Conferencia Ministerial Mundial sobre la TB en noviembre de 2017. El resultado fue una declaración política acordada por todos los Miembros de las Naciones Unidas en la que se reafirmaron los compromisos vigentes con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Estrategia Fin a la Tuberculosis de la OMS, y se añadieron otros nuevos.
En la meta 3.3 de los ODS se incorpora el poner fin a la epidemia de tuberculosis para 2030. En la Estrategia Fin a la Tuberculosis se definen hitos provisionales (para 2020 y 2025) y metas (para 2030 y 2035) para reducir los casos de TB y las muertes ocasionadas por la enfermedad. Las metas para 2030 son la reducción en un 90% del número de muertes por TB y la reducción en un 80% de la tasa de incidencia de la enfermedad (nuevos casos por 100 000 personas al año), en comparación con los niveles de 2015. Los hitos provisionales para 2020 son la reducción en un 35% del número de muertes por TB y la reducción en un 20% de la tasa de incidencia de la enfermedad. En la estrategia también se incorpora un hito provisional para 2020: que ningún paciente de TB ni su familia tenga que afrontar costos catastróficos como resultado de la enfermedad.
En la declaración política de la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas figuran cuatro nuevas metas mundiales:
- tratar a 40 millones de pacientes de TB en el quinquenio de 2018 a 2020;
- ofrecer profilaxis a, por lo menos, 30 millones de personas con infección tuberculosa latente en el quinquenio de 2018 a 2020;
- movilizar al menos US$ 13 000 millones anuales para el acceso universal al diagnóstico, tratamiento y cuidados de la TB para 2022;
- movilizar al menos US$ 2 000 millones anuales para la investigación de la TB.
En la declaración política también se solicitó al Secretario General de las Naciones Unidas que, con el apoyo de la OMS, presentase un informe en 2020 a la Asamblea General sobre los avances mundiales y nacionales, como base para un estudio completo en la reunión de alto nivel de 2023. Además, se solicitó al Director General de la OMS que siguiese desarrollando un marco de rendición de cuentas multisectorial para la TB (MAF-TB, por sus siglas en inglés) y que velase por su aplicación oportuna.
La OMS está trabajando estrechamente con países, asociados y la sociedad civil para ampliar la respuesta a la TB. La OMS trabaja con seis funciones básicas para ayudar a que se logren las metas de la declaración política de la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas, los ODS, la Estrategia Fin a la Tuberculosis y las prioridades estratégicas de la OMS:
- Ofrecer liderazgo mundial para poner fin a la TB mediante el desarrollo de estrategias, una participación política y multisectorial y el refuerzo del seguimiento, la rendición de cuentas, la promoción y las alianzas, incluida la alianza con la sociedad civil;
- Configurar las prioridades de investigación e innovación de la TB y estimular la producción, difusión y aplicación de conocimientos;
- Establecer normas sobre la prevención y el tratamiento de la TB y promover y facilitar su aplicación;
- Desarrollar y promover opciones políticas éticas y basadas en información demostrada para prevenir y tratar la TB;
- Velar porque se ofrezca un apoyo técnico especializado a los Estados Miembros y asociados, conjuntamente con las oficinas de la OMS en las regiones y los países, para impulsar el cambio y crear capacidades sostenibles;
- Hacer un seguimiento de la situación de la epidemia de TB y de los avances en la financiación y aplicación de la respuesta a nivel mundial, regional y nacional, y presentar informes al respecto.Fuente:
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/tuberculosis