El género bacteriano Campylobacter representa un desafío creciente en la salud pública debido a su resistencia a múltiples antibióticos. Específicamente, Campylobacter jejuni y Campylobacter coli, son conocidos por causar Campilobacteriosis, una enfermedad que se transmite principalmente a través de alimentos contaminados y que puede resultar en diarrea, fiebre y dolor abdominal.
La resistencia a antibióticos en Campylobacter es particularmente preocupante porque limita las opciones de tratamiento para las infecciones severas. Se ha reportado resistencia a importantes antibióticos como la eritromicina, ciprofloxacina, kanamicina, ácido nalidíxico y cloranfenicol. Esta situación se agrava por el uso incorrecto de antibióticos tanto en la salud animal como humana, lo que conduce a patrones de resistencia que dificultan el manejo de las infecciones.
La resistencia a la ciprofloxacina está aumentando, y este medicamento debería usarse solo cuando se ha confirmado la susceptibilidad de la bacteria. Incluso en esos casos, se ha informado que la resistencia puede emerger durante el tratamiento con fluoroquinolonas.
Es esencial establecer programas de monitoreo y vigilancia epidemiológica para evaluar las tendencias de resistencia y establecer medidas para controlar la dinámica de comportamiento de la bacteria. Además, es crucial reconocer la importancia de Campylobacter como un patógeno alimentario y resistente a antibióticos, y tomar acciones para mitigar su impacto en la industria alimentaria y la salud pública5.
La preocupación por la resistencia a antibióticos en Campylobacter es un recordatorio de la necesidad de usar antibióticos de manera responsable y de buscar alternativas sostenibles para el control de patógenos en la producción de alimentos.